domingo, 3 de agosto de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En el fragmento de hoy, Daniel habla con Kanvar, el ayudante de cámara de Freddie.
Kanvar se desvela como un hombre inteligente que parece saber más de lo que Daniel piensa acerca de lo que le ha pasado.

                              Kanvar sacó del armario la ropa que Daniel debía de ponerse aquella mañana.
-He estado llevando la misma ropa mogollón de días-protestó el joven cuando vio aquellos ridículos pantalones-¡Y, ahora, me tengo que estar cambiando de ropa cinco veces al día! ¡Vaya putada!
-Sahib, no debería de quejarse tanto-le exhortó Kanvar-Ha hecho lo mismo toda la vida.
-¿Toda la vida?
-Quizás, hizo otras cosas cuando estaba en la plantación.
-¡Yo nunca he estado en una jodida plantación! ¡No sé ni qué cojones hago aquí!
-Ésta es su casa. La casa que heredará de su padre, sahib. Debe de aprender a llevarla. Asumir sus responsabilidades.
                           Daniel se detuvo delante del espejo de la habitación. Le costaba trabajo reconocerse así mismo.
                          Llevaba puesta una ridícula camisa corta que, por lo visto, todos los hombres usaban para dormir. De no ser por Estelle, reflexionó, estaría ya buscando una manera de salir de aquel lugar. Pero salir de aquel lugar no se limitaba sólo a abandonar Piedade. No...
                          Debía de encontrar la manera de regresar a Murcia. El problema era que nadie le creería si contaba la verdad.
-Todos los hechos de nuestra vida tienen un fin, sahib-comentó Kanvar mientras vertía una jarra de agua fría en la jofaina-Nos llevan hasta lo que será nuestro sino.
-¿Y cuál es mi sino?-le preguntó Daniel con curiosidad.
-Usted tiene que averiguarlo.
-Tío, no te vas a creer lo que me pasa. ¡Y no me llames nunca más sahib, joder! Nunca he ido a clases de hindú.
-Indostaní...
-¿Cómo dices?
-Se habla indostaní.
-No existen cursos de indostaní donde yo vivo. Que yo sepa.
                                Daniel se fijó en Kanvar mientras se echaba agua fría en la cara. El hombre parecía saber cosas que él ignoraba. Todos los hechos de nuestra vida tienen un fin, repitió Daniel para sus adentros.
                                Aquella frase tenía mucho sentido. Había pasado toda su vida soñando con Estelle Templewood. Ni siquiera conocía la existencia de aquella joven hasta que Ana le habló de Olivia y Jai. 
                              Le parecía absurdo haber pasado toda su vida soñando con el personaje secundario de una novela romántica. Pero había terminado siendo absorbido por algo. Y se encontraba dentro de aquella historia. Aunque presentaba muchas variaciones con respecto a la novela que había leído. Para empezar, Kanvar ni siquiera existía.
-¿Y si yo te contara que no me llamo Freddie Birkhust?-le preguntó Daniel-¿Y si yo no fuera el hijo de La Tacañona? O sea...El hijo de lady Birkhust...Escucha, tío. Yo...Yo no soy Freddie Birkhust. Me llamo Daniel. Lo que me ha pasado ha sido la cosa más absurda del mundo. He sido absorbido por algo. No sé si era un libro o una libreta. Y no estoy para nada interesado en Cara de Perro. Perdón...Quise decir que no me siento para nada atraído por la señorita O' Rourke. Es más. Me cae gorda.
-Usted es el honorable Frederick Alistair Birkhust-respondió Kanvar mientras mojaban jabón en la jofaina. Se disponía a afeitar a Daniel-Y va a ser así hasta el día en que se muera. Eso no lo va a poder cambiar. Tiene su propio destino trazado. Es hora de que lo entienda.
-No entiendo ni papa de lo que quieres decir.
                           Kanvar hizo sentarse a Daniel ante el espejo. Pasó la pastilla de jabón mojada por su cara.
                            Sabe algo, pensó el joven. Este tío es mucho más listo de lo que podría aparentar. Tiene que ayudarme.
                            Entonces, una imagen pasó por su cabeza. Estelle...Si lograba regresar a Murcia. Podría no volver a ver nunca más a Estelle.
                             Con destreza, Kanvar pasó la navaja de afeitar por el rostro enjabonado de Daniel.
                             Procuró no hacerle ningún corte mientras le afeitaba.
-Es mejor que deje las cosas como están-le aconsejó Kanvar.
                               De pronto, Daniel entendió lo que aquel hombre quería decirle.



-Dejar las cosas como están-repitió Daniel en voz alta.
-Ya está-dijo Kanvar cuando terminó de afeitarle.
                           Daniel se puso de pie. Contempló de nuevo su imagen reflejada en el cristal del espejo. Tuvo la sensación de que había dejado de ser Daniel. Se había convertido en Freddie Birkhust. El personaje secundario de una novela romántica...

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