lunes, 7 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, vamos a ver cómo transcurre la primera semana de nuestros protagonistas en la bonita isla de Dívar.
Espero que os guste.

                                  Hizo unos días de mucho Sol.
                                 Había pasado una semana desde que la familia Templewood se instaló en la villa que poseían en la isla de Dívar. Era una mansión de estilo rococó. Lady Bridget respiró aliviada al comprobar que los lirios que había plantado unos meses antes habían sido respetados por el monzón. Estelle fue corriendo a ver su rosal.
-¡Está intacto!-le indicó a su madre con alborozo.
                             La mansión se encontraba cerca del viejo templo erigido al dios hindú Ganesh.
                             Estelle era la encargada de sacar a Olivia de paseo todas las tardes. Muy a menudo, se las veía a ambas paseando por la orilla del río Mandovi. La mansión de los Templewood debía de ser el cuádruple de grande que la casa donde vivía Olivia con su padre en Sacramento.
                            Una tarde, a los dos días de llegar, Olivia le escribió a su buena amiga y vecina Sally. Le explicó lo ocurrido y le envió sus nuevas señas. Por supuesto, sabía que la carta tardaría meses en llegar. Y, a lo mejor, para entonces, ya estaban de vuelta en Calcuta. No le importó. ¡Dios, cuánto echaba de menos a Sally! Era como una segunda madre para ella. Tenía la sensación de que estaba tan lejos de Sally como de la Luna. Ya no podía ir a su casa a contarle nada. Se sentía, en ocasiones, muy sola.
                            Sir Joshua y lady Bridget hablaron de organizar una pequeña fiesta sólo para los vecinos. Debían de celebrar el verdadero cumpleaños de Estelle. Lady Bridget le había cantado el Cumpleaños Feliz mientras fuera rugía la tormenta monzónica.
                           Una tarde, Estelle llevó a Olivia a ver los arrozales. Era domingo y no había ningún trabajador allí.
-Esta isla es como un pequeño trocito de Paraíso en La Tierra-afirmó Estelle-Me quedaría aquí a vivir toda la vida.
-Pero tienes que regresar a Calcuta-le recordó Olivia.
-En ocasiones, siento el deseo de decirle a mis padres que quiero quedarme aquí para siempre.
                              La villa era pequeña, al menos, en proporción con otras villas de la isla. Pero era elegante. Y sólida...
                              Era un edificio que a Olivia se le antojó enorme cuando la barca atracó en el embarcadero y saltaron a tierra. Y el interior de la casa la dejó sin habla, aunque pensó que estaba siendo tonta. Era una casa más, como las demás casas que había visto en la colonia inglesa de Calcuta. No obstante, se recordó así misma que su tío era un hombre muy rico.
                            La villa constaba de varios dormitorios. Un salón muy amplio...Los barracones donde dormían los miembros del servicio. Una lavandería...Y un amplio establo con varios caballos, varias yeguas y unos pocos potrillos. No pudieron traer consigo a Jasmine. Olivia lo lamentó. Se había encariñado con aquella yegua.
                         Una tarde, no pudieron salir a dar un paseo porque empezó a llover. Sir Joshua estaba de pie junto a la ventana cuando vio llegar una barca al embarcadero de la isla. Vio saltar de la barca a lady Birkhust. Y venía acompañada por su hijo Frederick. Sir Joshua se quedó sorprendido al verle. A pesar de que la última vez que lo vio, en la "burra khana" de los Pennworthy, estaba muy borracho, había algo distinto en Freddie. No sabía lo que era. Parecía ser otro joven.
-¿Vosotras sabíais que el joven Birkhust ha abandonado la plantación?-le preguntó a su hija y a su sobrina.
                            Estelle y Olivia intercambiaron una mirada cargada de ansiedad.
-¿Por qué preguntas eso, tío Josh?-inquirió, a su vez, Olivia.
-Acabo de verlo llegar-respondió sir Joshua-Él y su madre se van a instalar en la villa que tienen aquí. Precisamente, van a ser nuestros vecinos.
                             El corazón de Estelle dio un vuelco al escuchar aquellas palabras. Freddie iba a ser su vecino. Luego, tendría que ver a Freddie todos los días.
-Estoy convencida de que vendrá a verte, Olivia-auguró lady Bridget-Te ruego que trates de ser amable con él. Ese joven es un excelente partido para ti.
                            El rostro de Estelle perdió todo el color.
-Puede que él no sienta lo mismo por mí-replicó Olivia-Tía Bridget...Tú dices que está enamorado de mí. Pero...
                            Estelle notó cómo las manos le temblaban mientras intentaba sujetar el libro que Olivia le había prestado. Se llamaba Cumbres borrascosas y su autora se llamaba Emily Bronte. Hablaba de una historia de amor desquiciado en un entorno sombrío y hostil entre dos seres atormentados llamados Heathcliff y Catherine. Pensó que, de algún modo, Heathcliff y Catherine se parecían mucho a Freddie y a ella.
-¡Tonterías!-bufó lady Bridget.
                          Daniel, por su parte, sentía que estaba perdiendo el control. Había seguido a La Tacañona hasta una isla que ni siquiera conocía.
                           Lady Birkhust le había dicho que los Birkhust tenían una villa allí donde permanecían mientras era reconstruida su mansión en Calcuta. La mansión estaba completamente destrozada tras el paso del monzón. Daniel caminó detrás de la mujer que se había autoproclamado su madre, pisando todos los charcos que encontraba a su paso.
                           Entraron en la mansión. Un criado se ocupó de llevar las supuestas maletas con la supuesta ropa de Daniel a su supuesta habitación. Todo era supuesto porque Daniel estaba convencido de no ser el tal Freddie Birkhust. Era un chico atrapado dentro de un libro.
                          Mientras recorría el salón con la mirada, Daniel se preguntó por enésima vez así mismo cómo iba a escapar de aquella situación. No sabía cómo salir de aquella estúpida novela de amores para volver a su vida de mierda en Murcia.
                         De pronto, recordó un detalle. Jai había nacido en una noche de tormenta monzónica. Olivia había dado a luz a su primer hijo, Amos, en el palacio del maharajá y asistida por la maharaní, Kinjal, y por la comadrona de ésta. No se mencionaba nada de un monzón en Calcuta. Ni de un viaje a Dívar...
                       ¿Qué coño estaba pasando?

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