martes, 25 de junio de 2013

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Hoy, os traigo una nueva parte de Un sueño hecho realidad. 
Vamos a seguir viendo cómo avanza la relación entre Daniel y Alejandra. Espero que os guste.
Por supuesto, las cosas no son tan sencillas. Y la misteriosa rubia que se cuela en los sueños de Daniel tiene que significar algo. ¿O no?

-Te noto distraído-observó Alejandra.
                   Habían salido de clase.
                   Daniel acompañó a su novia a casa. Siempre estaba distraído. Sin embargo, Alejandra le notaba más distraído que de costumbre. Sabía que su novio fumaba porros de vez en cuando. Que bebía cerveza. Los padres de Alejandra no veían del todo con buenos ojos a Daniel. Sí, era un chico que venía de una familia bien. El problema era su manera de ser. Los padres de Daniel también estaban muy preocupados por él. Creían que acabaría encerrado en Alcalá Meco.
                     O en la morgue...
-Alex, tengo la sensación de que todo el mundo me exige demasiado-se sinceró Daniel.
-Se te exige demasiado porque sabemos que eres capaz de todo-le aseguró ella-Eres listo. Tienes un futuro brillante por delante. Pero no te da la gana de hacerle caso a nadie. Y eso es lo que más rabia me da.
-¡Ya!
-¡Es cierto!
                       Daniel no estaba pensando en su futuro precisamente. Alejandra le cogió la mano.
                       Daniel pensaba en la chica que aparecía en sus sueños. No sabía cómo explicárselo a Alejandra. A lo mejor, su novia se ponía hecha una fiera. Alejandra tenía un carácter muy tranquilo. Pero también podía ser muy celosa.
-Cuando terminemos el insti, nos iremos a vivir juntos-le propuso.
-¡No!-se negó Alejandra-Tenemos que casarnos, Dani.
-Los papeles sobran. Tú y yo nos queremos, Alex.
                        Otro rasgo del carácter de Daniel que a Alejandra no le gustaba. Para ella, su novio era demasiado impulsivo. Hacía las cosas sin pensar. Alejandra estaba acostumbrada a pensarlo todo con calma. Apoyó su cabeza sobre el hombro de Daniel. Entonces, se detuvieron delante del jardín que rodeaba el chalet de la casa de los Martínez.
-Creo que tus viejos están en casa-observó Daniel.
                        El Ford Fiesta del padre de Alejandra estaba aparcado cerca de allí.
-Nos vemos mañana-dijo la chica.
                        Se despidieron dándose un tierno beso.
                        La puerta de la verja del jardín estaba abierta. Alejandra entró. Daniel la vio caminar por el pequeño senderito que conducía al chalet.
                         Abrió con sus propias llaves.
                          La puerta se cerró.
                           Daniel se alejó de allí. Le dolía mucho la cabeza. No sólo era por cómo avanzaba su relación con Alejandra. No sólo era por cómo se llevaba cada día que pasaba peor con sus padres. Era también por los extraños sueños que estaba teniendo. En ocasiones, se sorprendía así mismo buscando entre sus compañeras de instituto una cara parecida a la de la chica que se colaba en sus sueños. Pero no la encontraba. Pensó en contárselo al psicólogo del instituto. Pero desechó la idea al momento. Creería que era por el consumo de porros.
                          Daniel sabía que los porros no tenían nada que ver con aquellos extraños sueños.



           
                Daniel trató de mejorar sus notas a lo largo de aquel curso para que María se sintiera orgullosa de él. Todo lo que hacía era por ella. Cantaba pensando en ella. Se iba a dormir. Pero era con otra chica con la que soñaba. Y eso era algo que amenazaba con volverle loco. Había unas cuantas rubias en su clase. Pero ninguna de ellas se parecía a la chica que aparecía en sus sueños. Además, creía que hablaba con ella.
             Intentaba olvidar aquellos sueños. Cuando estaba intentando hacer los ejercicios que el profe ponía de Matemáticas, Daniel sentía sobre sí la mirada fija de María. Era su manera de decirle que se sentía orgullosa de todos sus progresos.
              Daniel le tocaba la cara a María. Se decía así mismo que ella era real. Que no era ningún sueño. Había empezado a soñar con la chica rubia en el momento en el que cumplió quince años. Daniel no creía en el significado de los sueños. Ni en la predestinación...Ni en nada...Su vida era la misma. Su casa...Los ensayos con la banda...Las salidas con los colegas...El insti...Estar con María. Y así sería hasta que hiciera la Selectividad. Entonces, se iría a vivir con María. Y seguiría tocando con la banda. Eso no iba a cambiar nunca.

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